En estos tiempos en los que el bombardeo contra la renta fija es práctica habitual entre los medios especializados y no especializados, o entre los inversores cualificados o no, o entre gestores buenos y no tan buenos y que además es la comidilla de tantas conferencias, cafés y foros (incluidos aquellos donde toda la sabiduría popular se da cita que son las barbacoas de las que tan bien escribe mi amigo Juan Antonio Molina en su recomendable blog de “Economía de Barbacoa”), nosotros desde aquí queremos romper una lanza a favor de tan magno activo.
De acuerdo con que la renta variable mola más. Es más excitante, más apasionante, se gana más (los inversores a veces también), entretiene a jóvenes, maduros y jubilados y además tiene ese rollo tan chulo que es el análisis técnico, con sus candles, flags, estocásticos, RSI, Fibonacci, etc.
De acuerdo también con que entender la naturaleza de un bono es algo complicado. Entender que la renta fija no es fija, que un mismo bono tiene un vencimiento de cinco años y una duración de cuatro años y medio salvo si amortiza a la call el segundo año o que utilizando futuros de Shatz cubro el riesgo de tipos de interés y me quedo abierto del de crédito, no es tarea fácil si no eres un profesional en la materia.
Pero el mundo de la renta fija también engancha y apasiona si uno se detiene a analizarlo con tranquilidad y comienza a hacer sus pinitos, aunque lamentablemente la inversión directa no siempre es fácil para el ahorrador pequeño salvo si invierte a través de fondos de inversión y en ese caso se pierde información y todo el poder didáctico que puede tener la compra directa.
¿Por qué no es fácil? Pues porque los nominales de las emisiones españolas son casi todos de 100.000€ ya que los trámites administrativos para los emisores son menores que si emiten nominales de 1.000€.
Exigencias de la CNMV, que piensa que la mejor forma de proteger a un inversor es evitar que invierta. Como ejemplo las emisiones americanas, casi todas de 1.000-2.000$ lo que permite a particulares tener una gran cantidad de bonos de empresas en su cartera diversificando y enriqueciendo su patrimonio.
Aquí, si tienes más de 100.000€ eres un inversor cualificado si no, eres un papanatas.
Reguladores aparte. ¿Por qué invertimos en renta fija?
Pues porque lo venimos haciendo durante más de 20 años, porque nos gusta, porque con prudencia y buen análisis siempre da rentabilidad con la mitad de riesgo. Así de claro.
Choca que haya asesores que no recomienden comprar bonos por ejemplo del Santander por su elevado riesgo pero recomienden comprar acciones del banco. En el año 2015 hubo pilles del 40%.
Hoy es cierto que el riesgo es más asimétrico, los tipos están bajos, pero igual que el año pasado, el anterior y el anterior y en casi todos estos ejercicios se ha ganado dinero con la renta fija.
Hay gestores fuera del mercado de bonos desde hace tres años con la liquidez al 0%. Cuando el mercado se derrumbe, si es que se derrumba con todas las propiedades que la palabra conlleva, esgrimirán el “ya lo decía yo”.
En estos tres últimos años, los gestores de renta fija, los buenos, los que no siguen un índice, los que saben identificar emisiones con valor, los que no compran bonos o venden bonos a granel porque les entra mucha pasta por cámara han hecho un buen trabajo a pesar de esa adversidad que se llama “tipos de interés manipulados por los bancos centrales”
El universo de la renta fija es brutal. Puede cubrir todas las necesidades e inquietudes de cualquier inversor o ahorrador. Siempre hay producto del sector que quiera, del país que quiera, de la divisa que quiera , a tipo fijo, variable, flotante, senior, subordinado, ligado a la inflación…solo hace falta estar bien asesorado, porque riesgos también los hay.
Probablemente los productos más líquidos del mundo sean los futuros del bono alemán y americano y no solo eso sino que además recogen muchísima información. Muchas veces nadie encuentra explicación a los movimientos de la bolsa, pueden ser manipulados o caprichosos, pero después de muchos años vinculado a los mercados financieros, he llegado a la conclusión de que el futuro del Bund no se equivoca nunca y pone perfectamente en precio lo que está ocurriendo en economía y política.
Pero es necesario hacer mucha pedagogía. La renta fija debería ser más cotidiana y cercana porque es el producto que le puede satisfacer.
– Creo que voy a comprar acciones de bancos porque van a ir muy bien.
– ¿Y por qué no compras bonos subordinados bancarios?
– Uff, demasiado arriesgado.
– La renta fija es una bomba de relojería. Los tipos de interés van a subir.
– Y por qué no compras bonos flotantes referenciados al Euríbor a 3 meses?
– ¿Qué?
– Voy a comprar dólares para mandar a mis hijos a estudiar fuera cuando sean mayores.
– Ok, e inviértelos en Treasurys mientras tanto.
– No, no. Mucho lío lo dejo en la cuenta.
Invertir en renta fija vía fondos de inversión es una opción, siempre que sean flexibles, no se pongan restricciones en cuanto a sector, rating o duración y haya talento detrás. Lo malo es que hay poca información sobre lo que hay detrás y sobre la toma de decisiones. El gestor es un tipo que vive en Londres, maneja “billions of dollars” y no tiene tiempo para aclarar las dudas de un pequeño inversor y apenas las de sus comerciales.
Tressis ha tenido una gran iniciativa: la de crear un vehículo gestionado por su equipo de renta fija, un equipo con mucho años en el mercado y que, desde una inversión mínima de 25.000€ se podrá acceder a una cartera global, flexible y diversificada con unas 20 referencias.
Lo mejor de todo quizás sea la parte pedagógica de la que hablamos, porque Tressis lanzará un informe quincenal en la que expondrá la composición de la cartera, junto a un informe macroeconómico y explicará el porqué de las altas y las bajas que se produzcan. Probablemente no habrá un informe tan completo y tan periódico para un inversor como éste.
Y como no se me ocurre ninguna frase chula, ni ninguna sentencia para cerrar este post, solo les invito a que hablen con su asesor y se animen a explorar un mundo que puede dar muchas satisfacciones.
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