Se empieza a hablar cada vez más de las alternativas que puede tener una empresa para financiarse, más allá de la financiación bancaria. No son muchas pero sí que pueden aportar diversidad a la estructura financiera de una empresa. No pretendo en este artículo profundizar en la forma de cada una de ellas, pero sí reflexionar acerca de la distinta utilidad práctica que pueden tener esas alternativas de financiación o, al menos, algunas de ellas.
El crowlending es una de las alternativas que han aparecido en el mercado, con empresas como la valenciana COLECTUAL. Es una forma de solicitar un préstamo similar al bancario, pero en la que los financiadores van a ser inversores particulares a través de una plataforma. Esta opción está disponible para pequeñas empresas y les ayuda a no depender exclusivamente de los bancos. El análisis de la operación se va a realizar con criterios bancarios de análisis de riesgo, de hecho, estas empresas suelen contar con profesionales salidos de la banca. Por tanto, es una buena herramienta de diversificación que ayuda a la empresa a no ser “banco-dependiente” desde el punto de vista financiero. Pero siempre será una herramienta a disposición de pequeñas y medianas empresas cuyos números “estén bien”, pues las plataformas van a jugarse su prestigio ante los pequeños inversores en no generar una elevada morosidad.
La emisión de deuda (el MARF). Esta alternativa no es apta para pequeñas empresas. Solo determinadas medianas empresas alcanzarán a entrar hoy en día en el Mercado Alternativo de Renta Fija. Como afirma la propia web de BME “El MARF se dirige de forma principal a inversores institucionales, españoles y extranjeros que desean diversificar sus carteras con valores de renta fija de compañías de mediana dimensión, habitualmente no cotizadas y con buenas perspectivas de negocio.” Estas empresas encuentran en la emisión de deuda una alternativa a la financiación bancaria que goza de una ventaja fundamental: es el propio emisor el que determina la cuantía de la emisión, su forma y sus plazos, aunque evidentemente el éxito de la misma dependerá, entre otras cuestiones, de que esas condiciones resulten adecuadas al apetito de los inversores profesionales. Por tanto, es una buena herramienta de diversificación financiera, pero no apta para todos.
El Mercado Alternativo Bursátil (MAB). De nuevo estamos hablando de una herramienta sólo apta para empresas con una cierta dimensión y crecimiento. También es utilizada como un medio para consolidar y aumentar la reputación de una empresa, por cuanto la cotización en un mercado le otorga una relevancia pública. El MAB es una fórmula de captación de recursos financieros estables, puesto que se trata de captar capital social. Por tanto, es una vía para apoyar un salto adelante desde el punto de vista corporativo. El MAB va creciendo día a día, pero aun está muy lejos del homólogo AIM londinense. Sobre todo, aun tiene un importante defecto: la falta de profundidad. Esto es, la compra venta de títulos no es excesivamente activa. Por ello las emisiones se tienen que negociar de forma muy intensa con anterioridad, para asegurarse el éxito de suscripción. Y estas emisiones van a conferir posiciones en el capital de la empresa que, aunque de alguna manera se vaya generando una cotización, van a tener bastante estabilidad.
El Capital Riesgo (en sus distintas fórmulas de capital semilla, capital crecimiento…) es una herramienta que está resultando útil para microempresas, empresas larvarias, pequeñas empresas, y medianas empresas. Claramente es una alternativa útil tanto para situaciones de lanzamiento y crecimiento, como para situaciones de crisis empresarial. Evidentemente, en este último caso, siempre que la empresa tenga un argumento válido (productivo, de mercado u otro) que justifique al inversor lanzarse a salvar la empresa. Se ha demostrado que para la empresa familiar es una forma adecuada para afrontar retos de crecimiento y profesionalización. El capital ajeno, gestionado por profesionales experimentados en la inversión, aportará recursos financieros estables (si bien con un plazo de salida mediante la venta) y aportará valores profesionalizados mediante la participación en la gestión. Es una fórmula muy atractiva para hacer crecer una empresa.
La empresa tiene por tanto a su disposición fórmulas financieras distintas de la tradicional financiación bancaria o la capitalización desde la familia del emprendedor. Estas fórmulas van a ir creciendo y alcanzando cada vez a mayor número de empresas, lo que aportará experiencia tanto desde el punto de vista de las empresas prestatarias como desde la perspectiva de los financiadores. Esto último aportará profundidad a los mercados donde coticen algunos de estos instrumentos y veremos con ello un crecimiento exponencial de su utilización.
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