Gobernar o dirigir una empresa se ha convertido en el ejercicio práctico de la gestión de muchos y diversos riesgos. Conducir una empresa no es sólo la realización del concreto negocio, sea fabricar, sea prestar servicios o sea vender bienes, sino tener en cuenta los diversos riesgos a los que se expone la empresa, por pequeña y simple que sea en su organización, para poder salir adelante en un mercado cada vez más complejo.
El empresario o el directivo empresarial debe tener una perspectiva completa de estos riesgos, y atender si en la empresa, de acuerdo a su mayor o menor complejidad organizativa, y a la medida de sus posibilidades, se pueden atender de alguna manera cada uno de los riesgos.
No es bueno renunciar a la gestión de un riesgo. La afirmación “mi empresa es demasiado sencilla para ocuparnos de eso” puede ser un error fatal si la exposición a ese riesgo, que siempre estará ahí, acaba causando un daño irreparable. Habrá que saber encontrar las medidas o los servicios externos que, de una forma adecuada a los costes que cada empresa pueda asumir, ayude a identificar, medir y gestionar esos riesgos.
En la siguiente tabla incluimos una relación, no exhaustiva, de bastantes de los riesgos a los que se puede exponer cualquier empresa.
cuadro de riesgos (Haga clic aquí)
Desde Finest Portfolio Ideas queremos colaborar con el empresario o el directivo en la prevención de todos estos riesgos y de aquellos que puedan no estar incluidos en esta relación. El primer paso para una buena gestión de riesgos será la identificación de los riesgos. Un buen Mapa de Riesgos es una herramienta imprescindible de reflexión empresarial.
Un segundo paso es la medición de los riesgos. Determinar la probabilidad y la intensidad de que se produzca el evento de riesgo, esto es no sólo qué posibilidades estadísticas hay de que el riesgo se produzca sino también cuánto daño puede causar el riesgo a la empresa en el caso de que se produzca. Esa reflexión ayudará a acertar en el siguiente paso, pues el acierto de la tercera fase dependerá de esa valoración, efectuada por el empresario o el directivo (con la ayuda que podamos ofrecerle).
El tercer paso es la implantación de medidas de prevención del riesgo. Así como las dos primeras fases pueden tener coste o no (el empresario o directivo puede hacerlas por sí mismo o con la ayuda de un consultor), la tercera generará costes, recurrentes o no: contratación de seguros, dedicación de tiempo por el personal de la empresa a las tareas de prevención, contratación de terceros, adquisición de software de prevención, etc… Que estos costes estén aquilatados dependerá de que los dos pasos anteriores se hayan realizado adecuadamente.
Evidentemente, por bien que se gestionen los riesgos, éstos no pueden desaparecer por completo, pero se puede reducir la probabilidad de su ocurrencia y la intensidad de sus consecuencias. La gestión adecuada de los riesgos hubiera evitado más de una caída de un proyecto empresarial. Se ha convertido en una herramienta imprescindible en la gestión de la empresa.
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