Este lunes hemos asistido a un interesante desayuno organizado por la Cátedra de la Empresa Familiar sobre la figura de los Consejeros Independientes. Está claro que un Consejero Independiente es una figura que aporta especial valor en las empresas cotizadas, pues supone una garantía para los pequeños inversores al no representar intereses de ninguno de los socios mayoritarios lo que le confiere la garantía de que su interés viene guiado única y exclusivamente por el interés de la empresa.
Pero en la empresa familiar, en la que los socios están notoriamente representados en los órganos de administración, también puede aportar valor, y no sólo desde la perspectiva de puntuales socios minoritarios que no estén representados en los órganos de administración.
El Consejero Independiente, allá donde esté presente, velará por la rentabilidad de la empresa, pero también velará por la recta administración de la misma, desde puntos de vista legales, morales y organizativos.
Como características de la figura del Consejero Independiente se ha hablado de la “confiabilidad”. En la empresa familiar esto supone un valor añadido respecto a lo que sería un Consejero Independiente en una empresa cotizada. Dado que es una figura no obligatoria sólo aportará valor si se trata de una persona en la que los consejeros dominicales pueden confiar, sin que esto vaya en menoscabo de su independencia de criterio. Precisamente esa confianza reforzará el peso de sus opiniones en el conjunto del Consejo.
Se ha hablado de la profesionalidad y experiencia en el sector de actividad en el que interviene la empresa. En este sentido existen argumentos para todas las perspectivas. Hay empresas que buscarán en el Consejero Independiente una persona con experiencia técnica en el sector de actividad de la propia empresa. Sin embargo, un consejero independiente no específico del sector puede aportar también valor desde el punto de vista de la sistemática, la perspectiva y el razonamiento concienzudo de las decisiones.
En una empresa familiar el Consejero Independiente puede aportar especialmente ese valor de la perspectiva. Al no estar inmerso en la “vida familiar” de la empresa, sus valoraciones pueden dar un importante valor añadido a la reflexión de cualquier planteamiento. Su “independencia de juicio” se convierte en la característica especial a buscar en un Consejero Independiente. Precisamente esa “independencia de juicio” ha llevado a tratar dos temas claramente relacionados con ella: la retribución, y la renovación.
En cuanto a la retribución se ha considerado que el Consejero Independiente, si bien debe tener una retribución adecuada a su función, no debe gozar de una retribución que le pueda generar “dependencia” respecto de esa retribución. Una retribución que represente un elevado peso en el conjunto de sus ingresos podría llevar a condicionar sus planteamientos en busca de asegurarse una continuidad. Precisamente la independencia le ha de permitir “jugársela” con sus opiniones independientes cuando lo considere necesario.
En cuanto a la renovación, se ha mencionado la conveniencia de tener un límite temporal. Del Consejero Independiente se debe esperar una visión externa. Si el Consejero Independiente permanece indefinidamente, deja de ser verdaderamente independiente porque deja de aportar esa visión externa para ser un elemento más de la vida interna de la empresa. Se ha llegado a mencionar el plazo de 6 años como un plazo máximo recomendable para ejercer esa función.
Se ha hablado por otro lado de la valoración de los consejeros independientes. En el mundo anglosajón esto está mas establecido. Parece adecuado realizar una evaluación de la actividad del consejero independiente por parte de los socios. Se ha apuntado como un órgano que puede efectuar o recibir la valoración al Consejo de Familia.
En el desayuno hemos podido conocer el caso de una empresa que ha incorporado paulatinamente esta figura, configurando de momento un Consejo Asesor, donde están presentes los Consejeros Independientes, que analiza junto con los consejeros los asuntos y los somete después al Consejo propiamente dicho, donde ya no están presentes, que es el que toma definitivamente las decisiones. Como fórmula intermedia puede servir para ir aportando esa perspectiva independiente a la empresa familiar, aunque un consejo meramente “asesor” puede rebajar el nivel de compromiso de los consejeros independientes en él presentes.
En definitiva, un interesante desayuno entorno a la figura del Consejero Independiente en el que los presentes hemos podido conocer diversas perspectivas ante esta útil figura para la empresa familiar.
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