Solo existen dos tipos de gestores, los que se han pillado y los que se pillarán. O más correctamente, los que nos hemos pillado y los que se pillarán.
Hay muchas diferencias entre un buen y un mal gestor pero una muy relevante es la capacidad de uno y otro para rectificar cuando se equivoca y más desde que en el cada vez más complejo mundo de la gestión de activos ya no cabe cualquiera.
La capacidad de rectificar, el sentido común y grandes dosis de intuición son habilidades innatas de algunos gestores y que además como los deportistas de élite exigen muchos años de trabajo en su caso pegados a una pantalla de Bloomberg.
Esa intuición para anticiparse o reaccionar a determinados movimientos adversos del mercado y que a la postre se convierte en puntos básicos de rentabilidad para las carteras es una cualidad que tiene el ser humano y de la que carecen los robots que asesoran (roboadvisor suena más chuli), los modelos cuánticos de gestión y los algoritmos más complejos.
Recuerdo en los albores de la crisis algunos fondos de inversión, muy populares y con un patrimonio brutal, sin deshacer posiciones de riesgo porque sus modelos matemáticos aún no habían dado la señal de salida. Ni siquiera cuando fondos relativamente conservadores llevaban caídas de dos dígitos movían ficha.
Resultado: los fondos sufrieron reembolsos brutales y algunos saltaron por los aires porque no existen “roboclients” con algoritmos que aguantan pérdidas superiores a las que permite su perfil sino que lo que existen son simplemente clientes que delegan la gestión de su patrimonio en profesionales a los que se les exige rentabilidad y responsabilidades.
La gestión pasiva existe de toda la vida aunque enmascarada. Las grandes gestoras españolas, y digo grandes por tamaño y por red de distribución, no por talento, invierten o desinvierten la liquidez que les entra o sale diariamente por la red como el que saca chorizos de una máquina como la que sale en The Wall, de Pink Floyd. Luego con que el departamento de márketing ponga en primera plana que tres de sus 300 fondos están en el primer cuartil, el público ni se plantea que 297 son una castaña.
Si aquellos defensores del incipiente negocio de la gestión indexada utilizan las rentabilidades de los fondos de estas gestoras para componer una media que justifique su negocio hemos de tener en cuenta este dato: si consideramos la lamentable rentabilidad de las grandes gestoras, la media se desploma y por supuesto la gestión pasiva sería la gran vencedora.
Entidades que todos conocemos con toda la brutalidad de producto propio que meten en sus fondos y carteras destrozan la media de rentabilidad de los inversores españoles (y no digamos si añadimos al Popular) y suben la media de comisiones cobradas.
La auténtica comparación debe darse entre el comportamiento de los índices y el de aquellos fondos en donde realmente hay trabajo, análisis y talento. La gestión activa seguro que es la gran vencedora.
Los índices y los instrumentos que los replican existen porque existe un mercado donde cotizan valores, donde miles de inversores sesudos compran y venden, donde hay un enorme trabajo de equipos de analistas, ellos mueven el mercado y sin ellos los índices no existirían ni tampoco la gestión indexada. Gestores de carteras, tesoreros o selectores de fondos no son tontos, son gente muy profesional y preparada y a la que es muy difícil batir.
Busque un buen asesor, gestor de carteras o selector de fondos, independientes, alineado con sus intereses y sin producto propio y, que si se equivoca, rectifique.
Vicente Carpio García
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